lora, era una pequeña tortuga, que vivía feliz en la charca donde vino al mundo. Muchos de los animales, que iban a refrescarse en ella, le hablaban de la Charca Soleada, en la que las aguas eran claras, la comida era abundante y había otras muchas tortugas como ella.
Decidida a encontrar ese lugar maravilloso, hizo sus maletas y se marchó en su búsqueda. Desde el aire, un águila, pensó que podía ser buen alimento para sus polluelos y con sus garras, levantó por los aires a la pobre Flora.
Cuando estaban llegando al nido, la tortuga le mordió a pata y acto seguido, soltó a Flora, que fue rodando ladera abajo, protegida por su fuerte caparazón, hasta un río caudaloso, por el que fue flotando sin problemas.
Tan contenta iba mirando el paisaje, que no se dio cuenta, de que se aproximaba a una cascada, estuvo apunto de caer y hacerse mucho daño. En el último momento, pudo subirse a un tronco, que la llevó plácidamente a la orilla.
Caminando un rato, y sin saber bien a donde ir, le preguntó a un conejito que estaba comiendo hierba fresca, donde estaba. El conejito, le contó que estaba en las praderas que rodeaban la Charca Soleada, que se encontraba a unos cuantos pasos de allí.
Animada por la conversación del conejo, Flora recorrió los últimos pasos, que la separaban de su charca soñada, en la cual fue feliz por muchos años.
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